29 marzo, 2024

La Matraka

Esperamos que los fans de la caricatura satisfagan con nosotros sus ansias de torero y que nos favorezcan con sus opiniones para enriquecer nuestros contenidos y bla bla bla bla.

CONTRA SÍ MISMO/POR:ERNESTO HERRERA

tate

Contra sí mismo
Ernesto Herrera
Los intereses de David Bowie no se circunscribían sólo a la música, como su muerte ha puesto al descubierto. La literatura y las artes plásticas fueron otros de sus acompañantes. Precisamente en esta última área, formó parte en Nueva York de un grupo de personalidades que incluía a Gore Vidal y William Boyd, que se reunió para reivindicar la figura del pintor Nat Tate, quien se suicidó luego de destruir casi toda su obra.
El escritor inglés William Boyd se ha encargado de escribir su biografía con el título de Nat Tate 1928-1960. El enigma de un artista americano (Malpaso, 2014). Las siguientes palabras de Bowie permiten adentrarnos en ella: “La gran congoja de una monografía tan serena y turbadora es que el miedo más lacerante del artista (que Dios que haga de ti un creador, pero mediocre) no puede aplicarse retroactivamente a Nat Tate”. Pero lo que hay que aclarar es que Tate, por lo que cuenta Boyd, no fue un artista mediocre. Su obra, que forma parte del expresionismo abstracto norteamericano —Pollock, De Kooning—, fue apreciada en los círculos de conocedores y tenía demanda.
Tate fue un huérfano con suerte. No conoció a su padre y luego de que su madre muriera atropellada, fue adoptado por la rica familia con la que ella trabajaba. Peter Barkasian descubrió el talento de Tate y lo mandó a una escuela de arte y se convirtió en su principal comprador. Conforme el éxito llegó y se fue adentrando en los círculos artísticos, Tate se fue aficionando cada vez más alcohol, lo que influyó de algún modo en su trágico destino. Al regreso de un viaje a Europa donde se encontró con Picasso y, sobre todo, tras convivir con Georges Braque, el otro creador del cubismo, comenzó a recuperar casi toda su obra. Él la quemó una noche que el matrimonio Barkasian no estaba en casa. Tate terminó echándose a las aguas del Hudson, siguiendo el gesto de su ídolo el poeta Hart Carne.